Miami, Fl. 26 de mayo de 2015.- Muere en Miami, a la edad de 66 años, el exguardaespaldas de Fidel Castro, el cubano Juan Reinaldo Sánchez, quien durante 17 años fue el guardaespaldas del comandante cubano Fidel Castro. Sanchez falleció en la noche del lunes en Miami, Florida USA, a causa de un cáncer pulmonar. Así lo confirmó la editorial donde publicó un libro sobre la vida privada del líder de la revolución cubana.
Juan Reynaldo Sánchez trabajó por casi dos décadas como guardaespaldas de Castro y fue un testigo ocular de muchos eventos y episodios que vivio Fidel Castro y de lo cual hace mención en su libro: "La vida oculta de Fidel Castro".
Sánchez sirvió en el círculo de seguridad cercano al mandatario entre 1977 y 1994. Después de abandonar Cuba en 2008, escribió el libro La vida oculta de Fidel Castro. Este hombre murió en el Hospital Mercy de Coconut Grove. En su libro, el exguardaespaldas reveló detalles sobre la vida de lujos que llevaba Castro y aseguró que el líder histórico de la Revolución Cubana contaba con yates y una veintena de residencias repartidas por toda la isla caribeña. También afirmó que 14 personas acompañan a Castro a todo sitio, incluidos escoltas, chofer y médico, además de otras 40 personas que le protegían. Sánchez entró a trabajar en el equipo de seguridad de Castro debido a que era especialista en artes marciales y tirador de precisión con armas. Posteriormente fue destituido como escolta y tuvo que cumplir dos años en prisión. Luego de 10 intentos de abandonar la isla, Sánchez finalmente lo logró en 2008.
El exguardaespaldas de Castro describe en este testimonio la veintena de residencias privadas repartidas por toda la isla que -según el autor- acumula el exmandatario, su lujoso yate, el "Aquarama II", y la vivienda de reposo que posee en Cayo Piedra, una pequeña isla al sureste de cuba que es un "paraíso para millonarios".
"Fidel Castro ha dado a entender que la Revolución no le dio respiro, ningún placer; que ignoraba y despreciaba el concepto burgués de vacaciones. Mentía", afirma Sánchez en el libro.
Confiesa el militar que cometió el error de dedicar la primera parte de su vida a proteger la de un hombre (…) dominado por "la fiebre del poder absoluto y el desprecio al pueblo" cubano.
"Más que su ingratitud sin límites (la de Fidel) hacia quienes le han servido, le reprocho su traición, porque ha traicionado la esperanza de millones de cubanos", son las últimas palabras que dejó escritas Reinaldo Sánchez en el libro, para preguntarse: "Por qué los héroes (de las revoluciones) se transforman sistemáticamente en tiranos peores que los dictadores a los que han combatido"?
El hombre que acompañó a diario a Fidel entre 1977 y 1994 describe la vida de "lujo y confort" que, tras esa fachada de "falsa austeridad", cultivaba y escondía el dictador comunista.
Reynaldo Sánchez (La Habana, 1949) fue encarcelado en Cuba tras anunciar su retirada y, una vez que recuperó la libertad en 1996, intentó infructuosamente al menos en diez ocasiones huir de la isla, hasta que logró escapar en 2008.
“Pensaba que Fidel Castro tenía todo el derecho a vivir como rodeado de lujo porque él se había sacrificado por Cuba. Siempre justifiqué esa riqueza”, afirma el exmiembro de seguridad del ‘Comandante’, Juan Reinaldo Sánchez, quien ha publicado un libro en el que acusa a Castro de llevar una vida digna de cualquier millonario y poseer más de 20 mansiones, una isla o tres yates. Y es que la vida privada del líder de la revolución cubana era, junto a su salud, el secreto mejor guardado del régimen. Además también acusa al comunista de traficar con drogas, armas y diamantes angoleños gracias a los que se ha enriquecido. Su fortuna, según estima esta fuente, es de "más de 1.000 millones de dólares". Esta cifra ha sido contrastada con documentos y acontecimientos que presenció Sánchez como la entrega de un millón de dólares en efectivo que realizó une empresario cubano al que fuera el Jefe de Gobierno de Cuba.
“Hasta 1989 Castro era para mi un Dios, un mito y yo justificaba toda su riqueza pensando lo mal que lo había pasado en Sierra Maestra y lo que había luchado por el pueblo cubano”, explica Sánchez al recordar la decepción que sintió cuando conoció la cara más desconocida de Castro.
El año 89 supuso un punto de inflexión en la vida de Sánchez y el mito sobre Castro se le derrumbó. “Escuché una conversación entre el Ministro del Interior y Castro en la que el ministro le pedía que le rindiera cuentas sobre la droga. La venda que tenía puesta en mis ojos se me cayó”, recuerda. “En ese momento me entró una angustia tremenda porque yo estaba dispuesto a dar la vida por él. Me quedé unos instantes ido, no me lo creía”, se sincera. En ese momento, le mantuvo la lealtad y no contó nada a nadie.
El momento en el que descubrió que el dirigente traficaba con drogas fue duro para él, pero posteriormente vivió otros que contribuyeron a la caída del mito: el tráfico de armas y de diamantes. “Estaba en la antesala del despacho de Fidel cuando este salió con una caja de puros llena de diamantes pequeños de Angola. Se los entregó a Manuel Millar Barruecos, su secretario personal, y le dijo: ‘Ya tu sabes lo que tienes que hacer’. Él tenía que venderlos en el mercado negro e ingresar el dinero en cuentas que posee Castro en paraísos fiscales”, explica Sánchez. El autor del libro desconoce los países en los que el revolucionario tiene cuentas, ya que ese tema “nunca se habló” delante de él.
También recuerda nítidamente la vez que asistió con Castro a la entrega de armamento para vender a la guerrilla de América Latina, a los movimientos de liberación, en el aeropuerto de Baracoa, al oeste de La Habana. “Eran las seis o las siete de la tarde, apagaron las luces de la pista y no se veía nada. Aterrizó un avión de Honduras, lo sé por la bandera hondureña que había en él, y era pilotado por hombres cubanos. Estos aviones salían hacia la frontera de Honduras y Nicaragua. Allí esperaba el general Ochoa y las entregaba a su destino”, recuerda y añade que las armas eran de procedencia norteamericana o checa.
La caída del mito y la gran decepción
Tras descubrir la doble cara de Castro pensó en retirarse, ya que no quería servir a una persona que tenía un doble rasero: por un lado proclamaba a los cuatro vientos el comunismo y por otro vivía en una vida capitalista y conseguía mucho dinero gracias al narcotráfico. “Pensé entonces en jubilarme, ya que sentía que no tenía que protegerle, pero no había trabajado los años suficientes para hacerlo”, prosigue. Sin embargo, tuvo que esperar hasta 1994, cuando cumplió los años de servicio y quiso retirarse, pero entonces lo encarcelaron y estuvo preso dos años. En aquel momento, su hija y su hermana vivían en el extranjero, por lo que Fidel decidió apartarlo de la escolta para que no saliera en las fotos junto a él y “empañara su imagen”. “Quisieron que siguiera pero no como escolta. Entonces, tras unas vacaciones, entregué mi carta de jubilación”, explica.
“Era la primera persona de la escolta de Fidel que pedía jubilarse. No me podían acusar de ningún delito, pero si yo me marchaba, otros escoltas lo podían hacer, entonces me acusaron de insubordinación, para así prevenir que otros pidieran la jubilación”, asegura. La cárcel no estuvo exenta de dificultades para Sánchez. “Me torturaron varias veces e incluso un médico me intentó asesinar con un medicamento para la otitis. No me fiaba de nadie porque en todas las cárceles hay algún preso informante que cuenta a los policías lo que se dice o lo que se hace”, dice.
Durante ese tiempo en prisión reflexionó sobre el que había sido su mito. “Me hice una promesa: Algún día el mundo entero se enterará quién es de verdad Fidel Castro. Ya no le debo secreto profesional y voy a contarlo”, afirma.
“Descubrir que Fidel traficaba con drogas, armas y diamantes supuso una de las mayores decepciones de mi vida”, afirma tajantemente este huido de Cuba y afincado en Miami desde 2008. “Vi que era capaz de matar a su hombre de confianza, al general Ochoa, al que fusiló, y pensé en lo que me podía llegar a pasar. No podía cuidar a un hombre que me engañaba y me utilizaba con ese doble rasero”, explica.
Según el exmiembro de seguridad de Castro los cubanos saben la vida que lleva el mandatario de la revolución. “Siempre viaja en Mercedes y eso se ve”, indica. Sin embargo, ahora tras la publicación de su libro, asegura que esa creencia se verá contrastada ya que es la primera vez que se “aportan pruebas como imágenes y documentos” que certifican la vida de excesos.
La riqueza, tema tabú y las transfusiones de sangre, todo un orgullo
Sánchez afirma que las posesiones de Castro eran un tema tabú entre la guardia pretoriana que velaba por su seguridad. “Su riqueza fue un tema del que nunca hablamos. Cuando yo llegué a ese reducido grupo de escoltas me dijeron que tenía dos ojos, dos orejas y una boca, por lo que yo tenía que ver, oír y callar”, explica y añade que con sus compañeros “nunca” habló de Fidel.
Por otro lado, en el libro relata que dos miembros de su seguridad eran los donantes de sangre de Castro en caso de que éste necesitara una transfusión de urgencia. “En una visita a España en 1992 Castro rompió la dieta que llevaba. Entonces, al regresar a Cuba enfermó gravemente y empezó a perder sangre por el recto. Los médicos le practicaron unas transfusiones de sangre, pero no funcionaron y dos escoltas tuvieron que donarle sangre”, relata. “Para ellos era motivo de orgullo darle sangre a él, no decían nada, pero se les veía en la cara”, asegura.
A pesar de lo idolatrado que tenía en aquel entonces a Castro, Sánchez no sintió decepción cuando se enteró que no podía donar sangre a su ‘Jefe’. “Yo ya sabía que pertenecía al grupo 0+, y aunque le podía dar sangre, ellos querían la más pura e idéntica. Fidel pertenece al grupo sanguíneo A-”, afirma.
El Castro más privado
A pesar de predicar el comunismo, su vida, según relata este escolta, no está exenta de lujos. Posee a lo largo y ancho de Cuba más de 20 mansiones, tres yates, un hospital privado y hasta empresas que le producen para su uso y disfrute los yogures, el tabaco, el queso y el helado. “Son empresas pequeñas que se dedican a producir esto exclusivamente para Castro. No fabrican grandes cantidades y lo que Fidel no consume, lo regala a sus visitantes o invitados para que lo prueben”, relata.
Respecto a su día a día, el exguardaespaldas recuerda que Castro se despertaba tarde. “Su día comenzaba a las tres o las cuatro de la tarde. Iba al palacio y se reunía con las audiencias programadas para ese día, concedía entrevistas y firmaba documentos. Cuando salía, entre las ocho y las diez de la tarde, se reunía con su hermano Raúl e iba a distintas tertulias. A la noche lo llevábamos a su cine privado”, indica.
Según asegura Sánchez, Castro es un aficionado de los temas históricos y bélicos. “Le encantan las películas de las Guerras Mundiales, y no descarta las películas según donde se hayan hecho, ya que veía muchas americanas, sino que las descartaba por la temática”, afirma. A la hora de leer, escogía el mismo tema. “Le encantaban las biografías de personajes históricos como Carlo Magno, Lenin o Napoleón”, afirma.
Respecto al carácter de Castro, asegura que es “ecuánime” y que se vuelve “colérico hasta patear el piso”. “Tiene una doble personalidad. En público es una persona amable y comprensiva, pero otras veces está metido en sí mismo”, confiesa.
También resalta de él la parte detallista que tenía con sus amantes a las que agasajaba con cenas y obsequios, detalles que olvidaba para su esposa, Dalia Soto del Valle. “Nunca se acordaba de su cumpleaños, y éramos los escoltas los que comprábamos un ramo de flores o una postal para que se la regalara”, asegura y añade que nunca le hacía grandes regalos dado que la esposa “no necesitaba nada ya que vestía de las mejores marcas cubanas y tenía de todo”. Para los hijos, era Dalia la que se encargaba de comprar los regalos.
Sin embargo, la cabeza olvidadiza que tenía Castro para los detalles familiares, con quien “no mostraba mucho afecto”, no la tenía para las amantes. “Tenía una casa a la que las llevaba a cenar y donde se reunía con ellas. Era la casa Carbonell, un complejo en el que tenía varias casas, como la casa de los regalos”, relata. A su juicio Castro no es mujeriego, pero sí que ha llegado a tener “dos o tres amantes a la vez”, aunque le "duraban mucho tiempo". “Con una de ellas, con Juanita Vera, con quien tiene un hijo, estuvo desde los años 70 hasta el momento en el que empeoró por su enfermedad, en 2006”, asegura. Respecto al tema de las amantes, asegura que Dalia “no sabe nada”. “Para hablar con Fidel tenía que llamar a su chofer o a sus miembros de seguridad. No tenía a quien preguntar nada sin que Fidel se enterara”, sentencia.
Según este exmiembro de seguridad, Castro era una persona fría hacia sus hijos. “Nunca mostraba una muestra de afecto, no les hacía caricias ni nada”. “Su hijo Ángel, el quinto de los que tenía con Dalia era su ojito derecho, a pesar de que era el único que no había ido a la universidad y que no tenía preparación”, confiesa añadiendo que Ángel llegó a ser el representante de Mercedes Benz en la isla.
Pero, pese a todo a Castro no le gusta presumir y ahcer ostentación de lo que posee. “Una vez le regaló a uno de sus hijos, a Antonio, un reloj. Le dijo que fuera a la casa de los regalos y que cogiera uno que no fuera de oro y no tuviera piedras preciosas”, relata. La casa de los regalos está en el mismo complejo que la casa en la que mantenía sus encuentros amorosos con las amantes y que el cine particular. La casa, con fuertes medidas de seguridad, tiene en su interior obsequios de otros dirigentes como Sadam Hussein, y entre los regalos destacan desde “una lanza de palo africana hasta un fusil con el gatillo de oro, además de sortijas de piedras preciosas y relojes de oro”.
De la entrevista con Sánchez, se puede intuir que Castro es un obsesionado de su seguridad. “Junto a él se desplazaban entre 10 y 14 hombres, incluyendo médico y chófer. Además, estaba el segundo anillo de seguridad, que eran unos 40 hombres que se colocaban en posiciones más alejadas de los escoltas, con el fin de tener controlado todo”, explica.
Una vida con miedo
“El gobierno cubano tiene la mano muy larga”, explica Reinaldo al ser preguntado por si ha recibido amenaza por parte del ejecutivo de Raúl Castro. “No he recibido amenazas directas, pero sí tomo muchas precauciones como no viajar nunca solo”, afirma.
Desde que reside en Miami colabora con una agencia de seguridad a la que instruye y estos le hacen las veces de escolta cuando tiene que desplazarse o acudir a un acto público. “Por mi familia no tengo miedo porque ya no tengo a nadie en Cuba y están todos en Miami conmigo”, asegura.
Sin embargo, a pesar de las precauciones que tiene que tomar desde que publicó el libro, nunca se planteó no publicarlo. “Yo ya no le tengo por qué guardar secreto profesional”, añade Sánchez, abogado de profesión y experto en seguridad al que le costó más de dos años escribir el relato.
La novedad de este libro, según su autor es que por “primera vez se demuestra lo que se dice”. “Nunca antes se ha demostrado con documentos gráficos lo que se escribía sobre Fidel. En mi libro aparecen los yates, las botellas de vino caras y las de ron extranjero porque nunca bebía cubano”. Opina que el libro se verá en Cuba de manera clandestina, porque el régimen lo prohibirá.
La salud de Fidel
El tema de la salud de Fidel Castro es un secreto de Estado. El hermetismo del régimen impide saber a los ciudadanos cómo se encuentra el mandatario, pero Sánchez sigue teniendo información privilegiada. “En la crisis de salud que tuvo en 1992, se le informó a Raúl sobre el estado de salud de Fidel. Se le quedaron secuelas ‘fisicomotoras’, casi no camina por sí solo y tiene muchas lagunas mentales. Hay veces que no reconoce a su entorno y ratos de lucidez en los que sí”, afirma.
A pesar de que en muchas ocasiones se ha especulado sobre la muerte de Castro, el líder comunista “está vivo”. “Si se muere me enteraré, ya que sé el protocolo que van a seguir, la escalera de cómo se va a comunicar”, afirma y asegura que no quiere desvelar nada más para que no se “cambie el protocolo de actuación”. “Lo contaré de inmediato, pero sé que van a tardar varios días en comunicarlo a la opinión pública”, desvela. “Sólo puedo decir que no lo van a decir de golpe a la opinión pública, si no que va a ser algo gradual. Lo prepararon en la grave crisis de salud que padeció en 1992”, concluye.
Actualmente el comunista por excelencia vive en su residencia de Punto Cero, un complejo con varias viviendas para sus hijos y su personal. “Exactamente él vive en una casa de dos pisos, con seis habitaciones además de cocina, despacho y huerta con riego”, explica.
Muchos escritos de Juan Reinaldo Sánchez pueden encontrarse en:
http://cafefuerte.com/author/jrsanchez/
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