Meditemos un poco sobre la afirmación de que tu amigo, cristiano o no, “tiene asegurada su entrada al firmamento”.
Me hace reflexionar que los seres humanos han tomado muy en broma este hecho, incluso “se han apropiado de este veredicto” que solo le pertenece a Dios y que ahora esta encomendado a Jesús el Cristo.
Si leemos el viejo testamento descubrimos que: “Ni uno solo, ninguno alcanzo el cielo”, pues todos murieron en pecado, esto incluyo a todos los profetas y a todos los que nosotros llamamos “santos”.
Tan fácil parecía la imposible ley judaica de los 10 mandamientos que, ninguno pudo siquiera cumplir con ella.
Ahora se ha hecho algo muy común decirnos unos a otros, “tu amigo esta en el cielo”, o “tu padre esta en el cielo”, o “yo mismo si me voy al cielo”; desconociendo totalmente cuales son los requisitos para entrar al cielo, y demostrando un quemimportismo total a este ultimo evento de la existencia humana, pues la ignorancia nos hace pensar que “no hay requisitos”, y que todos los mandatos de Dios deben ser solo un cuento.
Es mas confortable al ser humano pensar que en verdad, “con una palabra suya o mía”, ya esta alguien en el reino de los cielos. De hecho, si la ley mosaica hubiese salvado a un solo hombre, de los millones y millones de hombres que ya fueron a parar al infierno, no hubiese sido necesaria la venida de Cristo a este mundo.
Si quieres ir a México, por lo menos entérate de que es México, y a donde llegaras en México, y como llegaras a México, y si hay o no hay algún requisito para entrar a México; así mismo, si quieres entrar al cielo, por lo menos deberíamos tener un poco de inteligencia para averiguar que es el cielo, si hay o no hay requisitos para entrar al cielo, y si los hubiese, cerciorémonos también entonces de si los hemos cumplido o no, y si tenemos o no tenemos alguna posibilidad o derecho de verdaderamente “tener asegurada la entrada al firmamento.”, caso contrario, lo único que si podríamos tener asegurada, seria “una entrada triunfal al mismo infierno”.
Apocalipsis 21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
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